El Cid constituye el arquetipo del buen caballero y del buen padre: existe una armonía y continuidad entre la familia y la patria; y tal aspecto de la obra puede ser considerado como una metáfora.
El contexto de las hazañas del Cid es el de la reconquista de los territorios de la actual España de manos de los moros, que la ocuparon, en su mayor parte, durante siglos.
El “verdadero” Rodrigo Díaz de Vivar, llamado el Cid Campeador, fue un guerrero castellano que nació en Vivar, Burgos, cerca del año 1043, y murió en Valencia en 1099.
Muy joven entró en la corte de Fernando I, rey de Castilla y Aragón, y llegó a ser con posterioridad capitán (alférez) de la guardia real de Sancho II, que combatió contra sus hermanos García de Galicia y Alfonso VI de León. Participó también en el conocido cerco de Zamora, donde el monarca fue asesinado en circunstancias que los historiadores no han logrado aclarar.
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